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Supernova que es un solo. Es una superestrella. Es un cuerpo. El cuerpo de Oscar montado en unos patines de línea. Mutando. Vibrando. Vibra físicamente, pero también vibra en su relación con el espacio y con los pocos objetos que componen este universo. Es un cuerpo autónomo que escapa a la productividad y se desplaza por el espacio tratando de entenderse como parte de un conjunto de microfuerzas. Entra en un túnel de experiencia donde se deja afectar por todo lo que encuentra, todo lo que observa, todo lo que oye, todo lo que siente. Es el hecho de la experiencia encarnada que se aprende y se comprende en su propio desarrollo. Además, este cuerpo es un cuerpo que se transforma y se modifica.
Una especie de súper estrella del pop. Tiene extensiones en los pies en forma de patines que le permiten moverse por el espacio como una fuerza, el enfoque del movimiento es material más que humano. Un extraño cuerpo-estrella que está ahí, vibrando y explotando.
Supernova se plantea como una posibilidad de deshacer una forma para llegar a otro tipo de formas. Se presenta como un estado de movimiento constante que busca afirmarse sin llegar a formalizarse. Una transformación constante. Una explosión que sigue a otra explosión que sigue a otra explosión. Una materia que es casi una cosa que es casi otra que es casi otra.
Cuando lo mínimo se vuelve barroco y luego vuelve al silencio para revolucionarse hasta volver a explotar. En Supernova asistimos al proceso de metamorfosis, a la evolución de un cuerpo y del espacio.
Supernova nos sitúa en el momento de la vibración, en el momento de la fricción que comienza a generar movimiento y energía. Ese momento de fricción que se excita hasta el punto de explotar. La vibración se convierte en agua, en fuego o en aire. El paisaje sonoro acompaña esta idea.
Con el apoyo de Festival FAR, Nyon, Suiza;
CCEMX, Ciudad de México; Graner, Barcelona.